Muchas personas de otros países le comentan al presidente
salvadoreño, Nayib Bukele, que su país necesita alguien como él, pero ¿quién es
alguien como Nayib Bukele? Según su descripción en Twitter, él es el “papá de
Layla”, aunque también “el presidente más cool del mundo mundial”. Si hay algo
que debe ser reconocido es que Daniel Bernabé y Diego Fonseca, columnistas de
medios internacionales, no han hablado bien sobre él. Pero ¿qué vuelve popular
a Nayib Bukele?
Nayib se ha atrevido a decir lo que nadie expresa sobre la
política salvadoreña, una de sus principales características es que no se
involucra con el partido político que representa y toda la actividad de sus
funcionarios es manifestada en Twitter, de modo que mucha de la información,
como cifra de homicidios, es expresada por él en redes sociales.
El episodio 3 de la segunda temporada de Black Mirror es “El
momento Waldo”. En él, “el comediante detrás de la famosa caricatura Waldo
termina involucrándose en política cuando lanza la candidatura de su oso
animado” (Netflix, s.f.); lo que vuelve popular al oso es que dice las cosas
que la población espera escuchar y dicho concepto es “que no se necesitan
políticos”.
El concepto vendido por Bukele es que se necesitan mejores
personas dentro de la Asamblea Legislativa y no a “los mismos de siempre” o,
mejor dicho, su oposición. Partidos como la Alianza Republicana Nacionalista y
el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional han tenido su oportunidad
de gobierno en los últimos treinta años, pero ninguno de ellos ha logrado ganar
la simpatía del pueblo.
Los primeros veinte años fueron desempeñados por la Alianza
Republicana Nacionalista, dos décadas en las que se privatizaron muchos
servicios, además del robo de donaciones que fue comprobado en la década de
gobierno del Frente Farabundo Martí, quienes cuenta con escándalos de corrupción
nacionales e internacionales y un presidente prófugo de la justicia, asilado políticamente
en Nicaragua. Tras todo esto surge una esperanza, un desterrado político.
Nayib Bukele fue expulsado por malas conductas dentro del
Frente Farabundo Martí, decidió crear su propio partido y postularse a la
presidencia, solo en tres días recolectó 250 mil firmas para su partido, aunque
fue mucho tiempo después que estas fueron revisadas y aprobadas para la
formación del partido, ya que hubo muchas trabas en el proceso.
En ese sentido, él buscó refugio dentro de Cambio
Democrático, cancelado desde el 2015, pero vigente hasta 2018, así pasó a
formar parte de la Gran Alianza para la Unidad Nacional. Ahí comenzó una campaña
en contra de los otros partidos, en la cual salió victorioso el 3 de febrero de
2019 con la mayoría de los votos.
Desde el 1 de junio hubo muchos cambios, uno de ellos es que
la cifra de homicidios sería dada a través de Twitter por el presidente. No pude
evitar recordar el caso de China con Xi Jinping y la manipulación de la
información, aunque el puesto lo ocupe Jong-un Kim al expresar que Corea del
Norte debutó en la final del Mundial de la FIFA en 2014 contra Portugal.
Regresando a los dos columnistas mencionados al principio,
Daniel Bernabé conoció a Nayib Bukele en un programa de comedia en España, allí
se burlaban de la peculiaridad de sus órdenes, añadió también una comparación
con Rodrigo Duterte por las órdenes hacia los ministros.
Bernabé expresa que “esta forma de entender la política es
tan tramposa como conservadora, ya que la gestión siempre ha de hacerse en
algún sentido y, generalmente, quien utiliza esta retórica acaba apostando por
los grandes propietarios”. Anteriormente, Bukele ya había externado su apoyo a
la comunidad LGBT, pero hubo un retroceso en esos detalles.
La mayor parte de las personas en El Salvador forman parte
de un público religioso, en su mayoría machista. Según las normas de los libros
sagrados no se pueden tener relaciones entre personas del mismo sexo, “porque
son pecado”. Si en dado caso él apoyaba rotundamente a esas personas perdería
el apoyo de la mayoría de la población y es que sus seguidores son expertos en
hacer daño a otros, aunque no todos [existen excepciones].
Fonseca hace una mención sobre otros casos como López
Obrador, Jair Bolsonaro y Donald Trump. Expresa que “es imprescindible
reglamentar —¿con carácter constitucional? — qué y cómo informar por las redes
y quién es el verdadero propietario de una cuenta presidencial, si el individuo
o la institución”. Creo que hay cosas más importantes en las que centrarse y no
tener un “famoso” como presidente. A veces hay que tomar los cargos en serio.
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