Era la mañana del 4 de abril de 2020 cuando me encontré con una historia de Quantum Fracture en la que contaba que no todos los estudiantes españoles tienen computadora y si en sus casas había computadoras, son de sus padres, quienes deben hacer teletrabajo, por lo que la videoconferencia no podía ser una opción, ya que ellos no podrían unirse, aunque nos queda una opción: el teléfono.
Esta cuarentena me ha puesto a pensar un poco en lo que ocurre con el sistema educativo y creo que si este virus hubiese aparecido en abril de 2017, no hubiera podido hacer ninguna de las tareas de los módulos de desarrollo de software y me hubiera arrepentido de mi especialidad de bachillerato, ya que no tenía computadora y el celular no me serviría para nada.
Es más, no se pueden hacer documentos cien por ciento efectivos en un celular, ya que muchos de los procesadores de texto en Android, el sistema operativo más común, no contienen en el plan gratuito las fuentes Times New Roman o Arial, además de que los estudiantes salvadoreños, en su mayoría, no tienen la cantidad de dinero suficiente para pagar una licencia de uso, mensualmente.
Al menos en la ciudad creo que es más probable tener acceso a internet, aunque existen lugares que tienen sus limitantes. Así, aunque se expanda la cuarentena, muchos tendrán para disponer de internet, aunque habrán muchos estudiantes que no podrán más. Creo que el problema más grande es el acceso a recursos y la diferencia de clases en El Salvador.
Por ejemplo, los estudiantes de colegio tienen acceso a computadora en sus hogares, con ello pueden acceder a plataformas para conectarse a vídeollamadas y poder coordinar trabajos en grupo a través de Google Drive y su maestro puede ver el avance que se tiene con respecto al proyecto, incluso todos pueden trabajar en la máquina de otro, solo con el simple hecho de usar Team Viewer.
Bajo esta crisis, decidí conversar con dos de mis amigos sobre las acciones que han tomado para poder trabajar sus tareas en momentos de cuarentena. Uno de mis amigos me cuenta que tuvo que copiar una clase y enviar las fotos de lo que copió de la diapositiva en un documento de texto, porque era la forma en la que su maestro revisaría el trabajo que ellos realizaron.
Lo que más admiración me ha causado son los parciales realizados por algunos catedráticos, ya que han subido a la nube el formato del parcial (las preguntas y las posibles respuestas) o sino han dejado todo un compendio de tareas para solucionar, de modo que los estudiantes, posteriormente, envíen sus tareas por correo electrónico, pero con la variante que a los que no tienen computadora se les dificulta este proceso.
Creo que esta crisis no le ha caído bien a todos aquellos que no son apegados a la tecnología o los que, por algún motivo, no pueden tener acceso a estos recursos. Como la distribución de los $300 dólares o el censo de los no beneficiados, creo que es un problema con el que no se enfrenta el gobierno, sino la población que debe hacer todo lo posible por solucionar sus problemas.
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